martes, 8 de febrero de 2011

HAN PERDIDO


ESCAIRÓN.- Paco Vilariño
El entorno batasuno se mueve. La necesidad hace maestros y por ello, en vísperas de las próximas elecciones municipales, deben salvar la cara y las listas. ¿Hay que firmar, de boquilla --y nunca mejor dicho-- la pipa de la paz? Pues, pese a que los fumadores lo tengamos crudísimo para nuestro insano vicio, se fuma. Aunque, eso sí, no de forma gratuita, que, como es de todos conocido, fuera de las instituciones se pasa mucha hambre presupuestaria y se pasa muchísimo frío laboral/digital.
Dicen los apocalípticos, situados bajando por la TDT a la derecha y más allá de ella, que el Estado no puede rendirse. Cierto. Dicen bien. No obstante, coinciden con los irreductibles del otro lado, los etarras de capuchón, bombazo y tiro en la nuca. Para ellos también es un mal trago. O sea, empate técnico.
Anoche, José María Calleja, a fuer de vasco, hombre de bien y fino analista, en "Al rojo vivo" (debate nocturno o noctámbulo de La Sexta 2), nos hizo el favor de señalar que, pese a todas las cautelas y desconfianzas lógicas de los demócratas --casi mil muertos así lo atestiguan-- y adioses temporales a las armas que sólo fueron un ¡hasta luego, Lucas!, nos encontramos frente a algo nuevo. Son los batasunos, la rama civil de los etarras, los que vienen al terreno de los demócratas. No les queda más remedio. Cierto. Pero son ellos quienes se ven obligados por la presión del Estado de Derecho --policías, jueces y ya os cansaréis-- a ir por la senda de la paz y el sometimiento al imperio de las leyes.
Han perdido. Así de rotundo.

lunes, 7 de febrero de 2011

EL CULO, QUE NO EL OMBLIGO, DEL MUNDO


Al final, como que la gente se sale con la suya. Con la banda sonora de Ketama, ese "No estamos lokos", atronando el ordenador, vuelve uno a darle un vistazo a la actualidad, con más oficio que ganas, porque hay que ver la que está cayendo.

Dicen los apocalípticos hispanos, los del tedeté party que sólo hace falta que se convoquen elecciones anticipadas y que todo irá entonces como una seda... Por decir que no que quede, claro. "Hay que esperar a que llegue Mariano --aclaran-- para que España vuelva a ser una nación grande"... Ya, como en los tiempos del aznarato, postrados ante George Bush en las Azores, ante la sonrisa bobalicona de Tony Blair y la mirada huidiza de Durão Barroso (hoy en día maxi-capo de la agónica, fané y descangayada Unión Europea). Eran los tiempos en los que el inquilino de la Moncloa, José María Aznar López, sacaba pecho y roneaba de que ¡¡¡España!!! era el ombligo del mundo mundial.

Por pura lógica, en los albores del siglo XXI, España no es un país tercermundista. Eso es de cajón. ¿Un país grande? Como que tampoco. El nuestro es un país normalito, mejor considerado por los foráneos que por nosotros mismos, algo así como una potencia pequeña, como de bolsillo. En no más de treinta años, hemos pasado de ser el culo del culo del culo del Mundo, a ser sólo el culo de la Unión Europea. Un avance, ciertamente. Hemos pasado de la nada a la más absoluta miseria, que diría Groucho Marx. Menos da una piedra.